jueves, 14 de noviembre de 2019

Crisis capitalista en Argentina: Y nada menos que 83 mil pequeños y medianos quedaron por el camino en 16 años.

Chacareros con el cuchillo entre los dientes


La ventaja comparativa del agro argentino ha sido, a través de la historia, la carta triunfal que se apropiaron las clases políticas de las distintas épocas para justificar proyectos de desarrollo industrial y de crecimiento del país que no dieron los frutos enunciados. Pero también, en las recurrentes crisis de pagos como la actual, se la cuenta para generar dólares contantes y sonantes que puedan ser aplicados a cubrir crónicos déficits. De paso, a contramano de lo que sucede en el mundo, a la actividad agropecuaria se le imponen retenciones para sostener al fisco. No ha sido gratis la necesidad sectorial de invertir parte de la renta en tecnologías diversas que mejoran los rendimientos a fin de adecuarse al mundo global. El Censo Agropecuario 2018 que difundió el Indec acaba de dejar al descubierto que no todos los productores pudieron seguirle el tren a la exigencia de tener resto para actualizarse. Y nada menos que 83 mil pequeños y medianos quedaron por el camino en 16 años. De modo que la mitad más uno de la tierra ya se concentró en el 2,5% de los productores “pudientes”. Apoyadas en estos datos, organizaciones sociales radicalizadas, pero aliadas del gobierno entrante, como la que lidera Juan Grabois, van a la carga por el régimen de tenencia de la tierra y uso de la misma, aunque por otro lado, les juega en contra que el 69% de los establecimientos, de acuerdo con el relevamiento oficial, sean atendidos por sus dueños, mientras el 19% corresponde a arrendamientos. Los derechos de exportación que heredará Alberto Fernández, de los que el 41% aporta el complejo sojero solo, encajan en el diagrama fiscal de emergencia que deberá encarar no bien asuma. Según varios de sus influencers, inclusive hasta ameritaría algún retoque en alza, just o a contramano de la aspiración del sector a que le saquen esa mochila tributaria en virtud de que la transformación tecnológica recién empieza: robots, drones y nuevas genéticas invaden la apacible naturaleza.

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