El “pensamiento Xi Jinping” es más imperialismo
El 19 Congreso de los “comunistas” chinos
El 19 Congreso del Partido Comunista de China ratificó a Xi Jinping al frente de la camarilla imperialista que gobierna el Estado y el Partido.
La página oficial de la agencia informativa del gobierno chino, http:// spanish.xinhuanet.com/, es un buen ejemplo de la valoración que hace el gobierno de este país del 19 Congreso del Partido Comunista de China, realizado entre el 18 y el 24 de octubre pasado. Allí leemos como noticia principal “Xi Jinping elegido secretario general del Comité Central del PCCh”, e inmediatamente debajo de ella otro título: “Xi pide construir un ejército fuerte”.
El 19 Congreso mostró cómo China avanza en su desarrollo como país imperialista, en confrontación creciente con las otras potencias. El reelecto Xi Jinping ha insistido en que su modelo es el de un “socialismo con características chinas”. Trata de ocultar el desarrollo de una burguesía imperialista que ya lleva décadas en el poder, tras la restauración del capitalismo en 1978, tras la muerte de Mao Tsetung en 1976. El peso del líder de la Revolución China entre las masas de su país queda en evidencia en la resolución del 19 Congreso de instituir el “pensamiento Xi Jinping”, y equipararlo al “pensamiento Mao Tsetung”. Xi usa el prestigio de Mao, para intentar aparecer como un continuador de éste, y así lograr consenso para sus políticas.
Este 19 Congreso ratificó, junto al liderazgo de Xi Jinping, algunos de sus objetivos principales. “Las fuerzas armadas de China deben dar pasos sólidos hacia un ejército fuerte cuando el socialismo con peculiaridades chinas ha entrado en una nueva época”, dijo Xi Jinping. ¿Ejército fuerte para qué? Para estar en mejores condiciones militares en este mundo en el que se aceleran los factores de guerra interimperialista. China se propone “modernizar en su totalidad” para el 2025 su ejército, que en la actualidad tiene 2,3 millones de soldados.
El 19 Congreso planteó además la importancia de avanzar en algunos de los proyectos más ambiciosos en lo económico, como la Ruta y la Franja de la Seda. Esta es una iniciativa del gobierno chino de implementar, a partir de la reconstrucción de la antigua ruta terrestre de la seda, y complementarla con una franja marítima, para generar inmensos proyectos de infraestructura y de intercambio económico de alto impacto. Las zonas propuestas por China abarcan a 60 países, el 75% de las reservas energéticas conocidas del mundo, y el 70% de la población mundial.
La “economía mixta”
Cada vez con menos pudor, la burguesía imperialista china muestra sus intenciones de pasar a ser la primera potencia económica del mundo, consciente de su relativa debilidad en el plano militar, principalmente con Estados Unidos, y en algunos aspectos con Rusia, hacia la que tiende puentes para tenerla como aliada en una posible confrontación interimperialista.
Xi Jinping volvió a plantear en este Congreso su apoyo al desarrollo de la industria privada, al tiempo que respaldó el crecimiento de las empresas estatales chinas, fomentando una “economía mixta”. Sectores financieros yanquis y europeos remarcaron el párrafo del discurso en el que Xi afirmó la necesidad que “los tipos de interés y los tipos de cambio estén más basados en el mercado”, como que flexibilizaría el acceso de la inversión extranjera en China.
Desde los mercados occidentales, hay preocupación por el aumento “vertiginoso” de la deuda pública china, ante la que, según la agencia Stándard & Pool, se han dado “pequeños pasos para frenarla. China, hoy, es la segunda tomadora de deuda en el mundo, detrás de… la Argentina.
Xi Jinping balanceó en el Congreso que “60 millones de personas han salido de la pobreza en estos cinco años”, lo que es altamente incomprobable, y no menciona, obviamente, la creciente lucha de las masas por mejorar su situación, enfrentando a los jerarcas chinos en las empresas y dependencias del Estado.
En lo que hace a la penetración de los capitales chinos en América Latina y en nuestro país, es notorio que se han multiplicado en los últimos años. Según datos del Centro de Desarrollo de la OCDE, entre 2003 y 2016 las empresas chinas invirtieron más de 110 mil millones de dólares, a un ritmo que se incrementa año a año. El propio Xi Jinping, en un discurso en 2015 ante los líderes de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), planteó que tenían el objetivo de llegar a una inversión de 250 mil millones en Latinoamérica hacia 2025.
Un ejemplo de lo que decimos lo brinda la página de Xinhua que venimos mencionando, a través de una nota titulada “Trenes chinos dan más comodidad y seguridad a empleados del metro de Buenos Aires”, hablando de las “bondades” de las unidades compradas a este país asiático, profundizando la dependencia en materia de transporte ferroviario, que fue una marca registrada del gobierno kirchnerista.
La “campaña contra la corrupción”
El 19 Congreso tuvo que reconocer que uno de los mayores problemas que atraviesa China actualmente es la corrupción. El PCCh se vanagloria de haber encabezado una gran lucha contra los funcionarios corruptos, pero por su propia naturaleza tiene que ocultar que la fuente de esa corrupción es el régimen capitalista-imperialista que esta burguesía implantó en China a sangre y fuego luego de 1978. La “campaña anticorrupción” le ha servido a la actual cúpula gobernante para poner a sus hombres en los puestos clave, en un período en que han sido juzgados 1.300.000 personas por corrupción. Así pudo eliminar a sus rivales internos dentro del PC de China. Por algo Xi Jinping es entronizado como el segundo “sucesor” de Mao, con una categoría más alta que Deng Xiaoping, el revisionista que encabezó la restauración del capitalismo en el país asiático.
El 19 Congreso ha hecho apelaciones verbales al resurgimiento de una “civilización china” de más de cinco milenios, eso sí, siempre matizados de un lenguaje que busca mantener la ficción de que China es un país “socialista”. “Hoy en día, los más de 1.300 millones de chinos estamos imbuidos de un elevado espíritu y pletóricos de orgullo. Los más de 9,6 millones de kilómetros cuadrados del territorio patrio están rebosantes de pujante vitalidad e impregnados de un exuberante aire primaveral; la civilización china de más de cinco milenios de historia irradia deslumbrantes esplendores y perennes encantos; la dirección de nuestro Partido y el sistema socialista de nuestro país son firmes y sólidos, y rebosan de vigor. Al pueblo chino y a la nación china les esperan un porvenir grandioso y un futuro brillante”, dijo Xi Jinping en el Congreso del PCCh.
Con este discurso y el “reforzamiento de la parte ideológica en el Partido” para su fortalecimiento y “cohesión” al frente del país, espera Xi Jinping al presidente norteamericano Donald Trump, quien visitará China en los próximos días de noviembre.
La clase obrera y el conjunto del pueblo chino no pueden esperar un “porvenir grandioso y un futuro brillante” mientas sigan sufriendo la opresión de esta clase dominante, que ha instituido un régimen de características fascistas, cercenando todas las libertades democráticas. Contra estas políticas desde hace décadas que se vienen librando intensas batallas de clase, huelgas, movilizaciones, actos de protesta, en su inmensa mayoría silenciadas, pero que más de una vez han puesto en aprietes a la camarilla gobernante.
Y los pueblos y países del mundo, como el nuestro, crecientemente enfrentan las consecuencias de la injerencia imperialista china. En el caso de la Argentina lo vemos en las áreas de los hidrocarburos, en la minería, ferrocarriles, en el complejo agroexportador sojero, o en las grandes obras públicas que el gobierno macrista ha mantenido. Párrafo aparte de esta intromisión es la base militar china en Neuquén, cuya sola presencia traerá graves consecuencias a nuestro pueblo en caso de una escalada de guerra entre las grandes potencias imperialistas.
German Vidal
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