El misterio de los túneles olvidados de la ciudad de Cosquín
Cosquín. La ciudad de Cosquín esconde tantos misterios como rincones guardan las sierras y hace algunos años, mientras se realizaba una excavación en el sitio donde solía estar el patio del Hotel Mundial, se encontraron antiguas construcciones y túneles que todavía no se terminaron de explorar. Tres bóvedas de ladrillo fueron encontradas junto con una red subterránea que corría de norte a sur, desde los sótanos del establecimiento hotelero hasta debajo de la calle Salta.
El hallazgo despertó las más diversas teorías. Los vecinos más memoriosos de la ciudad relatan que allí funcionaba un casino clandestino y que los túneles podrían haber servido para que los jugadores entren y salgan de incógnito, y sin tener que preocuparse por ser atrapados en una redada policial. Sin embargo, otras versiones indican que los túneles se extendían desde el centro de la ciudad hasta el cauce del río y eran utilizados como desagüe cloacal del complejo hotelero.
La historia del Hotel Mundial se encuentra ligada al constructor Agustín Marcuzzi, quien había nacido en 1860 en el norte de Italia y había llegado a la Argentina en 1885. Marcuzzi se conoció con el ingeniero Carlos Cassaffousth, colaboró en la construcción del dique San Roque y recibió como forma de pago por sus trabajos, un solar perteneciente a Bialet Massé en el entonces pueblo de Cosquín. Con los años, allí levantaría una casa familiar y un hotel que sería todo un símbolo y lo destacarían como empresario, llevándolo a convertirse en intendente entre los años 1913 y 1925.Cuando funcionó a todo esplendor.
El hotel se construyó en dos etapas, la primera correspondiente a finales del siglo XIX (donde se construyó la estructura que luego sería demolida para la construcción de la actual Terminal de Ómnibus) y una segunda, correspondiente a la edificación del comedor (que se mantiene en pie). En ese sentido, se estima que –durante los primeros años- las bóvedas sirvieron como bodegas o cavas, pero a partir de la incorporación del sistema eléctrico, los alimentos dejaron de guardarse en sótanos y debieron darle un nuevo uso a las amplias instalaciones escondidas bajo la tierra.
Exploraciones realizadas en 2015 y 2016 por el grupo de investigadores del Grupo Speleotúnel (GST), revelaron que existe un tramo de los túneles que está inhabilitado por la gran cantidad de barro que tiene acumulado. Sin embargo, en el extremo norte, se encuentra la bajada al sistema subterráneo (debajo de la estación) a través de una escalera de ladrillo de seis metros y al final, se encuentran los sótanos a cuatro metros de profundidad. Al bajar, lo primero que se encuentra es una bóveda antigua con paredes de calicanto que se une con una segunda bóveda de igual tamaño y desemboca en una suerte de puerta sellada que podría haber conducido a otro túnel (que se extendería desde el hotel hasta la estación de ferrocarril).
O al menos al predio que hoy pertenece al ferrocarril, dado que la superficie de la sierra allí se eleva y podría existir en esa sección una red de túneles. Algunas versiones especulan que durante los jesuitas podrían haber sido estos túneles escondites de mercaderías para no pagar la aduana que existía en la ciudad de Córdoba en el siglo XVIII. Por parte del imperio español. Que quería cobrarle impuestos a los jesuitas que tributan al vaticano y no al rey de España.
Además de las tres salas existentes, los investigadores Sergio A. Tissera, Martín M. González y Ronald Baudat Arellano, Ostiano Moyano, Alejandro Giorgio, German Adinolfi, y Joaquín Luna hallaron otros recintos subterráneos bajo el antiguo salón comedor y presumen que se trataría de una cisterna y al menos otro sótano más. Al otro lado de la calle Salta, también encontraron un sótano antiguo y entienden que se trataría de la salida este de esta red subterránea de túneles y «parches» en los muros que cierran comunicaciones con otros sitios que se encuentran vedados.
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