viernes, 14 de agosto de 2020

El compositor Carlos Gomes y su vida musical

 

Muchos conocen a los músicos de mayor renombre del Brasil, que se dieron desde 1960 en adelante. Pero pocos conocen los que estuvieron mucho tiempo antes, y no manejo la variable de “atrás”, sino que podríamos hablar de otros planos en tiempo y espacio. Pero ese sería otro debate. Me centraré en presentarles a Carlos Gomes. 


En el año 1896, fallece el compositor Carlos Gomes mientras que sus obras figuran hasta en la actualidad en muchos repertorios de teatros líricos del mundo. Gomes nació en el pueblo de Sao Carlos, actualmente es la ciudad de Campiñas, una ciudad del Estado de San Pablo en Brasil. Nació el 11 de julio de 1836. Su padre era compositor y director de la banda de música de Campiñas. Su padre se casó 4 veces, y tuvo 26 hijos, Carlos fue fruto del tercer matrimonio de su padre. 


Su vida fue difícil en ese modesto prolífico hogar, de modo que ante la imposibilidad de costear estudios universitarios, Carlos fue destinado al oficio de sastre. Por suerte, el entusiasmo del padre por la música le indujo a obligar a los hijos a ingresar en la banda de música suya, campo propicio para el desarrollo de la ingénita sensibilidad musical del  niño, que a los diez años se hizo cargo del triángulo y luego aprendió a tocar varios instrumentos de viento.
A los 15 años ya escribía “modinhas”, romanzas sentimentales brasileñas, valses y polcas; y, tres años después compuso una Misa, producto de los rudimentos de armonía que le enseñó su padre en  contrapunto y fuga. 


Después de una visita a San Pablo, donde fué muy aplaudido como pianista y compositor, Carlos huyó del hogar paterno, haciendo a caballo el trayecto entre Campiñas y Santos, donde tomó un barco a Vapor  hacia la ciudad de Río de Janeiro hacia fines de 1859 e ingresó inmediatamente, en el Conservatorio de Música, el cual era dirigido por Francisco Manuel da Silva, un  gran propulsor y organizador de la cultura musical brasileña. Da Silva es el autor del himno Nacional Basileño, de la ópera “O prestigio da Ley”, ópera estrenada en la ciudad de Río de Janeiro en 1852, y de varias obras sacras, fue además director de orquesta, fue fundador del conservatorio de música y de muchas otras diversas sociedades musicales brasileñas. Sus treinta y cinco años de intensa acción musical figuran en la historia de la música de su país con el título de estudio conocido como “Francisco Manuel”. 

image

                           Fotografía de Carlos Gomes


Antes de hablar del ambiente musical de Rio de Janeiro en ese período, recordaré la sintéticamente la actividad musical del Brasil, en lo que a teatro cantado se refiere claro esta. Los jesuitas, como es sabido, de la música hicieron un medio de catequización de pobladores originarios y de esclavos africanos, norma impuesta por el primer misionero, el padre José de Anchieta.    
La gente “negra” los esclavos, que en América se transfiguró musicalmente al desarrollar y diversificar su instinto rítmico, injertar a esos ritmos melodías originarias y blancas,   y crear en sus orquestas típicas un sistema armónico original, ocupó inmediatamente un sitio destacado en la vida musical del Brasil. 
   Como aconteció en la ciudad de Buenos Aires a mediados del siglo XIX (época en que los músicos de origen africano actuaron en la primera fila como organistas, instrumentistas y maestros) en Brasil integraron gran parte de los conjuntos de las numerosas capillas de templos y de los grandes centros industriales norteños del país. Así como de casas de ópera, como se llamaban los teatros líricos; eran todas ellas instituciones que sin la participación de la gente de origen africano y de los mulatos, no se habrían multiplicado en la forma registrada con la que creció el paradigma musical, en este caso brasileño. 


A mediados del siglo XVIII ocho ciudades brasileñas contaban con casas de ópera, estas eran; Rio de Janeiro, la ciudad de San Salvador (Bahía), la ciudad de San Pablo, Recife, Belém, Porto Alegre, San Salvador dos Campos dos Goiatacás y Cuyabá. En esta última ciudad, la cual era la capital del Estado de Mato Grosso, se registró un caso general, donde se se estrenó en el año 1790 la ópera “Ezio em Roma”, ópera del napolitano Nicolás Antonio Pórpora. 
Por otra parte con la radicación en la ciudad de Rio de Janeiro en 1808 del rey don Juan VI, que huyó con motivo de la invasión napoleónica a Portugal (huyó acompañado de la corte y la capilla real, integrada por cincuenta cantantes y coristas, además de 100 profesores  de orquesta) la vida musical carioca alcanzó un extraordinario desarrollo.


en este período se fundó con artistas franceses la academia de Bellas Artes, se reorganizó el antiguo conservatorio de “Santa Cruz”, y se inauguró en 1813 el lujoso teatro Sao Joao, con la ópera “o juramento dos Nunes”, del compositor brasileño Bernardo Da Souza Queiroz.


Después de la emancipación del Brasil, y no obstante ser compositor del emperador Don Pedro I, el autor del “Himno a la Independencia”, de una ópera, una sinfonía, un “Té Deum” y otras obras, la vida musical no se mantuvo en el mismo nivel, debido a circunstancias políticas y económicas adversas según los especialistas del tema. Como ya lo estudió en su momento Gastón O. Talamon. 


Con la aparición de de Francisco Manuel Da Silva, se reconstruyó nuevamente la vida musical de Brasil. Y es en ese momento del período “Francisco Manuel” cuando comienza a actuar Carlos Gomes, cuyos brillantes estudios en el conservatorio de Música le valieron las felicitaciones de ese gran protector de artistas que fue don Pedro II.  


En las flamantes temporadas del teatro Sao Joao, se estrenaron, de autores brasileños; “La noche de San Juan” de Elías Alves Lobo; “La corte de Mónaco” de Domingo José Ferreira; “El vagabundo"  de Enrique de Mesquita; y "La noche en el castillo” y “Juana de Flanders” de Carlos Gomes, estas fueron sus primeras obras de ópera. 


La vida de la imperial academia de música y Ópera Nacional fue efímera porque se adelantó a su tiempo; pero noventa años más tarde ya estaba a toda orquesta. Las extraordinarias dotes musicales reveladas en las dos óperas antes mencionadas de Gomes, entusiasmaron al emperador, que era un admirador y amigo de Ricardo Wágner y deseaba otorgarle a Gomes una beca para perfeccionarse en Alemania, pero el joven músico prefirió ir a Milán, ciudad a la que finalmente llegó en los primeros meses del año 1864, donde estudió dos años con Lauro Rossi y obtuvo el título de maestro compositor. En seguida trabajó intensamente ya en la música de dos revistas: “Se sa minga” (1867)  y “Nella Luna” (1886), las cuales lograron un éxito general por todos los teatros de Italia. 


La lectura de “O Guarani” de José de Alencar, dicen que despertaron en el “Saudades” de la patria lejana. Entusiasmado, en cuanto consiguió un libreto extraído de la novela amerindia de su compatriota, escribió febrilmente su primera gran partitura, que se estrenó con éxito en el Scala de Milán, el 19 de marzo de 1870. Verdi, presente en esa representación, dijo noblemente: “Este joven se inicia con lo que yo termino”. Nada más halagador que un reconocimiento de Verdi. 


“O Guarani” denota influjo verdiano, pero la se afirma casi constantemente. La elocuencia dramática de las ideas melódicas, la caracterización de los personajes y el vigor de la instrumentación revelaron un gran compositor de teatro. 


El estreno en Río de Janeiro  de aquella ópera, el 12 de diciembre de 1870, fué un éxito clamoroso. Don Pedro otorgó al músico el título de comendador de la orden de la Rosa. El pueblo, después del espectáculo, le acompañó hasta su domicilio, entre delirantes ovaciones como las que se dan en la actualidad en los espectáculos de fútbol. No obstante según los especialistas, el ambiente amerindio, la partitura carece de sabor brasileño; lógico, ello, porque el folklorismo era poco menos que desconocido en Italia y hasta en la misma Europa occidental. Como lo señala Renato Almeida, si la música no es brasileña, agregando luego: “La protofonía de O Guaraní, es  una partitura nacional a la que casi puede incorporarse, con el himno Nacional, a los símbolos de la Patria”.     De regreso a Italia Carlos Gomes estreno nuevas obras de ópera: “Fosca” (en el teatro Scala de Milán, el 16 de febrero de 1873), “Salvator Rosa” (en el teatro Carlo Felice de Génova, el 21 de marzo de 1874) y “María Tudor” (en el teatro Scala de Milán, el 27 de marzo de 1878). 
Estas obras, en las cuales la personalidad es más vigorosa, no lograron, excepto la segunda, un éxito comparado con el que alcanzó “O Guarani”. Se las tildó de wagnerianas porque se apartaban de Verdi, cuando sus innovaciones particularmente en el tratamiento de la orquesta, eran frutos de la originalidad del autor.


En 1880 Gomes regresa a Rio de Janeiro. El gobierno y el pueblo le tributan entusiasmados su admiración hacia el. En su honor Don Pedro II, liberta muchos esclavos; y el hecho influye, sin duda, en la elección de “O Escravo” del Visconte de Taunay para el libro de otra ópera. 


La obra “O Escravo” se  estrena el 27 de septiembre de 1889, en el teatro Lírico de Rio de Janeiro, cincuenta días antes de la caída del imperio. Y claro esta, del nacimiento de la República. Carlos Gomes dedica la obra "O Escravo" a doña Isabel , la Redentora, hija de don Pedro II, que como regente, en ausencia del padre había promulgado la ley de abolición de la esclavitud en el imperio del Brasil. 


Dicha obra de madurez inicia el carácter brasileño en el autor. Mario de Andrade señala “ciertas originalidades rítmicas, ciertas rudeza de melodías y ciertas concordancias con nuestra melodía popular”. La Alborada, sinfonía de la naturaleza, es tropical y pujante.Debemos señalar que las dos mejores óperas de Gomes, que inician y clausuran prácticamente su carrera, evocan ambientes de América y llevan por primera vez el teatro lírico continental al originario y al inmigrante esclavo de África. Personas que por ese entonces eran despreciadas por casi toda la élite de la clase dominante. Pero estos sujetos fueron dignificados por este músico y por sus obras, con su arte, hallando en esa labor nacional sus más admirables aciertos. 


La caída del imperio de Brasil, en el momento en que don Pedro II le ofreciera la dirección del Conservatorio de Música de Río de Janeiro, fué un golpe duro para el compositor. La República, al transformar el establecimiento en Instituto Nacional de Música, lo confió a Leopoldo Miguez, cuyas tendencias wagnerianas eran antagónicas con la escuela italiana de Gomes.
Desmoralizado, el compositor regresa a Italia. Cuando estaba en Milán recibió de parte del presidente de Brasil, Mariscal Deodoro da Fonseca, el encargo de escribir el Himno de la República, ofrecimiento que al principio rehúsa porque considera que al aceptarlo significa una ingratitud para con su noble protector y mecenas Don Pedro II. 


El 21 de febrero de 1891, el teatro Scala de Milán estrena su última ópera, “Cóndor”, con éxito lisonjero. Su situación económica es precaria y resuelve regresar a su patria. La prometida pensión que le habían prometido, es rechazada por el Congreso Nacional. Mientras tanto escribe escribe el oratorio “Colombo”, en conmemoración de los festejos del cuarto centenario de la llegada de Cristóbal Colón a América. Aunque su estreno en el Teatro de Rio de Janeiro  no tiene éxito, a pesar de la gran belleza de su partitura, según los entendidos de la época. 


Con su propio heraldo, parte hacia los E.E.U.U., con la intención de que dos de sus óperas se interpreten en Chicago, donde se realiza una exposición universal, pero únicamente consigue dirigir un concierto con fragmentos de sus dramas líricos, en el aniversario de la independencia del Brasil.  Después de otro breve viaje a Italia, volvió a Brasil, donde el Gobernador del Estado de Pará lo nombra Director del Conservatorio. Más agotado por los progresos de un mal implacable, fallece en Belén el 16 de septiembre de 1896. La noticia acongojó al país y al mundo musical. Sus restos mortales son llevados a la Ciudad de Río de Janeiro, donde se realizaron solemnes funerales como narran las crónicas de la época. 


El centenario del nacimiento de este compositor, fue en 1936, y se celebró como una fiesta nacional. El gobierno nacional mandó a acuñar monedas de trescientos reis con la efigie del autor del “O Guarani” y “O Escravo”.    
Sin duda que fue y es uno de los grandes compositores de la música brasileña.


                                              Ulises Barreiro     

No hay comentarios:

Publicar un comentario