Las medidas evidencian falta de coordinación. La “grieta” dentro del gabinete. La recesión y la inflación no se detienen. ¿El “milagro” en manos de evasores y especuladores?
"Un dólar demasiado bajo genera problemas de competitividad" señaló este martes el ministro de Producción, Francisco Cabrera.
Lo paradójico es que para que la divisa verde baje hasta alrededor de $ 14 influyó en alguna medida la actuación del Banco Central, dirigido por Federico Sturzenegger. Claro que otro tanto colaboró el ingreso de dólares de la soja y el endeudamiento del gobierno.
¿Están coordinadas las acciones de Cabrera y Sturzenegger? Hay muchas dudas, incluso en la propia burguesía que se beneficia de las medidas de Cambiemos.
El ministro del Interior, Rogelio Frigerio, confesó desaciertos: “esta vorágine de medidas pudo llevar a errores involuntarios”, señaló. Fue el encargado de ponerle límites al ministro de Energía, Juan José Aranguren, el talibán de los tarifazos.
Dólar bajo, medio o alto, ajuste fiscal moderado o profundo, tarifazo súper brutal o sólo brutal, son las disyuntivas que se debaten en el equipo económico.
La preferencia de cada unos de los CEO’s que proliferan en el gabinete por alguna de esas alternativas está determinada no sólo por su origen corporativo, sino también por las encrucijadas que enfrenta el gobierno en la arena política, como ocurre en el Congreso.
Las marchas y contramarchas están haciendo sonar alarmas entre los analistas que siguen la cronología de las decisiones económicas del gobierno. Las idas y vueltas no permiten distinguir claramente los objetivos centrales o si su consecución está guiada por un plan coherente.
Échale la culpa a la lluvia
Durante la semana pasada, luego del “apagón estadístico”, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) comenzó a difundir algunas cifras.
Los primeros datos develaron que el “apagón” se trasladó a la economía: la industria se derrumbó 6,7 % en la comparación interanual durante abril y la construcción 24 % con el lastre de 48 mil despedidos.
En un documento difundido por el Ministerio de Hacienda y Finanzas Públicasse explica la caída económica, no por las decisiones propias, sino por la lluvia. Desopilante.
Por otro lado, Consumidores Libres, dirigido por Héctor Polino, estimó en 8 % el derrumbe del consumo masivo en lo que va del año. Acá no inciden los factores climáticos, sino el recorte del poder de compra del salario.
La expectativa del gobierno es que la recesión económica actual sea la que termine limitando la inflación vía el menor consumo. Pero hasta el momento ese cálculo le está saliendo mal: la suba de precios no cede y supera el 40 % anual.
Desde el INDEC anticipan que la inflación de mayo no será menor al 4 %, aun cuando el mayor impacto de los tarifazos tuvo lugar en los meses previos. La inercia inflacionaria y la insaciable costumbre de remarcar de las empresas dejan el final abierto.
El equipo económico de Cambiemos espera que un “milagro” saque la economía de la recesión y ponga la inflación en orden durante el segundo semestre.
Pero las tendencias económicas bajo el capitalismo desoyen los deseos de los hacedores de política, incluso de aquellos que más fe tienen en las leyes del libre mercado.
El sudor obrero en la ecuación macrista
El macrismo esperaba que la salida del “cepo”, la devaluación, la quita de retenciones, el arreglo con los fondos buitre y el tarifazo en beneficios de los vaciadores de las empresas de servicios públicos, provocarían una lluvia de inversiones.
Prometían nuevas fábricas con la última tecnología, aumento de la productividad (y, por ende, de la competitividad), incremento de las exportaciones a la vez que puestos de trabajo en blanco con altos salarios. La llamada "revolución de la alegría".
Más allá del reciclaje de viejos anuncios, el panorama exhibe bastante sequía. Los grandes medios que están “bancando a este gobierno” se desviven en investigaciones y análisis sobre la potencial llegada de dólares frescos para aumentar la producción.
Pero a pesar que el gobierno no se cansa de ofrecer gestos al gran capital, las decisiones de las multinacionales siguen siendo escasas y se postergan.
La inflación, la caída de PBI, del consumo y la apreciación cambiaria, junto a la necesidad que tiene el macrismo de atender los reclamos de gobernadores y el descontento social, hacen que la inversión extranjera directa no llegue como se esperaba.
Lo que ocurre es que las empresas imperialistas consideran que Cambiemos todavía no mostró credenciales suficientes para ordenar la economía ni garantizar gobernabilidad.
La conflictividad laboral y el ausentismo se transformó en uno de los caballitos de batalla de las patronales. Los analistas del establishment se quejan que el salario en dólares es muy alto.
El “milagro” de la llegada de inversiones productivas solo obrará con mayor disciplinamiento laboral y salarios aún más deprimidos.
Javier González Fraga expresó, destilando odio de clase, lo que quiere la burguesía: "Le hicieron creer a un empleado medio que su sueldo medio servía para comprar celulares, plasmas, autos, motos e irse al exterior. Eso fue una ilusión, eso no era normal".
En realidad la ilusión es la que vive González Fraga, bien lejana a la realidad de la mayoría de los trabajadores.
Según la Encuesta Permanente de Hogares, en el segundo trimestre de 2015 (no hay datos actualizados por el “default estadístico”), el ingreso de la ocupación principal estaba debajo de $7.900 para el 60 % de la población ocupada.
Con el kirchnerismo la enorme mayoría de los trabajadores no sólo no accedía a autos, motos ni viajes al exterior, sino tampoco a una canasta familiar que permita vivir en condiciones apenas por encima de la miseria.
Frente a un gobierno enormemente proclive a atacar las condiciones de vida la burguesía nacional y extranjera pide más sudor obrero para aumentar su ecuación de ganancias.
Lluvia ácida: Lo cierto es que están ingresando dólares al país, no con destino a las inversiones productivas que esperaba el gobierno, sino mayormente para aprovechar la “bicicleta financiera”.
Las altas tasas de interés que paga el Banco Central (siguen elevadas a pesar del retoque hacia abajo del último mes) son un incentivo para inmovilizar dinero.
No sólo promueven la “bicicleta”, desalientan las inversiones en la producción real y agudizan la recesión. Además, contribuyen, junto con el endeudamiento que toma el gobierno y el ingreso de dólares de la soja, a la apreciación cambiaria.
Esa “bicicleta” funciona en la medida que la cotización del dólar no se desmadre. Si hay suba de la divisa estadounidense, los especuladores que invierten en Lebacs del Banco Central pueden perder lo que ganan por la tasa de interés al momento que tengan que recomprar dólares más caros para salir del país.
Así las cosas, la política oficial puede ingresar en un círculo vicioso de inversión especulativa cuya reversión no necesariamente va a ser virtuosa.
Por el contrario, podría acrecentar las dificultades cambiarias por medio, por ejemplo, de una salida abrupta de dólares. Por eso, Sturzenegger avanza con pie de plomo hacia la baja de la tasa de interés.
En simultáneo, el Banco Central está elevando su deuda a niveles exorbitantes con la emisión de Lebacs.
Esas contradicciones que engendra la política monetaria incomodan a Prat Gay. Es otro de los frente de disputa en el gabinete.
El “milagro” en mano de evasores y fugadores: Frente a la escasez de inversiones no especulativas, que hundan dólares a largo plazo para la expansión del aparato productivo, el gobierno echó mano a un blanqueo de capitales para conseguir ingresos genuinos de divisas.
La “reparación histórica” pone en marcha un intento de quita sobre los derechos ganados por los jubilados en la justicia: les pagarán a cambio de resignar una parte de los ingresos que les corresponden.
Pero el mega proyecto de ley encubre una mega estafa que beneficiará a fugadores de capitales y evasores de impuestos, cuando no directamente al crimen organizado.
No sólo eso. Además, trafica una moratoria para los evasores, la eliminación progresiva del impuesto a los bienes personales en beneficio de las grandes fortunas, la búsqueda de liquidar la participación accionaria en las empresas del Fondo de Garantía y Sustentabilidad (FGS) de la Administración Nacional de la Seguridad Social (ANSES) y prepara el terreno para una reprivatización del sistema jubilatorio.
Mauricio Macri había declarado en la presentación del proyecto que “hay miles de millones de dólares de argentinos que están en el exterior y se los llevaron porque no confiaron en el Estado”.
El presidente sabe de lo que habla. Un buen número de sus millonarios funcionarios resguardan sus fondos en otros países, tal como hizo Macri en Bahamas.
De acuerdo a las declaraciones presentadas frente a la Oficina Anticorrupción (OA), Alfonso Prat Gay, Juan José Aranguren, Guillermo Dietrich, Ricardo Buryaile, Gustavo Lopetegui y Federico Sturzenegger, suman casi $ 200 millones en el exterior.
La fuga de capitales y la evasión de impuestos es un deporte para el empresariado que actúa localmente. Prat Gay fue gestor del patrimonio que la fallecida Amalia Lacroze de Fortabat fugó a Suiza a través del HSBC.
En una investigación sobre la sucursal de Buenos Aires del BNP Paribas por una causa de lavado de activos de procedencia delictiva se conoció el envío a paraísos fiscales de unos U$S 1.000 millones, involucrando a “tres jueces, un vicecanciller, funcionarios públicos de la Afip, integrantes de fuerzas de seguridad, gremialistas y legisladores nacionales”, informó el Cronista. Es sólo un botón de muestra.
Los empresarios locales en los últimos doce años fugaron del país más de U$S 82.000 millones, y a partir de la asunción de Cambiemos lo siguen haciendo a una tasa de U$S 1.000 millones por mes. Distintas estimaciones ponderan entre U$S 200.000 y U$S 400.000 millones los fondos colocados en el exterior.
A todos ellos está confiado el “milagro” que levante la economía en el segundo semestre.
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